Poso mi trasero sobre la hierba húmeda. Inhalo un poco de aire. Limpio, fresco y lleno de sol. Me rindo, y dejo que invada cada hueco vacío en mis pulmones.
Abro los brazos hacia el cielo y me dejo caer hacia atrás. Con seguridad, sin miedo. Conociendo, sin probabilidad de error, que estará ahí todo el tiempo que quiera permanecer descansando sobre ella.
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