sábado, 30 de enero de 2010

¿Dónde estaba Pepito Grillo?

Dicen que un clavo saca otro clavo. Aunque no comparto esa opinión, he de admitir que mientras estás poniendo el dicho en práctica al menos lo disfrutas.
Era verano y tenía las hormonas revolucionadas. Se pasa bastante mal cuando te acostumbras a compartir tu intimidad con una persona y a mantener relaciones con cierta asiduidad y de repente ¡zas!, te quedas a pan y agua. Creo que es la peor parte de una ruptura, porque aunque maldigas, te acuerdes de toda su familia y sepas que ha hecho las cosas francamente mal, echas de menos esos momentos, y no puedes parar de recordarlos ahora que no los tienes.



Volví a compartir bastante tiempo con uno de mis mejores amigos. Siempre hemos tenido pequeñas diferencias que no eran tan pequeñas. Puedo definirlo en pocas palabras: una persona que transmite confianza pero es la última en la que deberías confiar, se olvida de tí en cuanto deja de pasar la mayor parte del tiempo contigo.
Esas son sus dos características generales.
Es incapaz de mantener una amistad a distancia, de dar un paso para preocuparse por la otra persona. De oca en oca y tira porque le toca. Cuando es verano, sólo tiene ojos para nosotros; cuando llega a la ciudad, se olvida de los amigos estivales para volcarse en los de "toda la vida" y al comenzar la universidad vuelve a repetir lo mismo para centrar toda su vida en los compañeros de la universidad. He aprendido a llevarlo bastante bien. Antes podía pillar unos rebotes terribles cuando volvíamos de las vacaciones y le tragaba la tierra, pero ya he aprendido a quererlo como es, no prestarle más importancia y no darle muchas señales de vida a lo largo del invierno, porque el pobre " se agobia". Cuando quieres hablar con él de algún tema de este tipo, suele hacerse la víctima y tienes poco que hacer. Al final te acabas sintiendo culpable, eso si consigues hablar con él, porque se escapa como una culebra. Tiene un don nato para ello. Odia hablar las cosas, totalmente lo contrario que yo.
La segunda característica, que he conseguido aceptar en cierta parte, es su personalidad magnética. Te atrae, y quedas pegada como presa en la telaraña. Es inevitable.
Esto le ocurre en todos los sentidos, ya sea con los amigos o con las mujeres. Tiene un gran carisma.
Estando a su lado sientes gran confianza y te sientes propensa a contarle hasta tus más inconfesables intimidades e historias, pero nada más lejos de la realidad. En cuanto te des la vuelta, se lo acabará soltando a alguien de su confianza, bien por el mero placer del cotilleo o bien por liberarse de lo que él considera un gran peso.
Pero una vez y otra caes, y apenas haces esfuerzo por resistirte.

Nuestra historia es bastante larga y en algunos puntos un tanto enrevesada. Así que me saltaré detalles que pueden llegar a liar el asunto.
Fue corto pero intenso. ¿Un amor de verano? Muy lejos de la realidad se queda esa descripción. Un calentón de verano es mucho más correcto.
Es un dicho popular que "dónde una vez hubo fuego, siempre quedan cenizas". Y así ocurrió. Dudé durante un día sobre lo que debía o no hacer. Así fue como comencé a hacer lo que moralmente no era correcto. Había mucha gente entre nosotros, y seguí aparentando ser una buena chica ocultando lo que realmente estaba sucediendo entre ambos.
De repente me ví soltandole:"Pero a ver, ¿quién te ha dicho que esto tiene que ser público? Aunque con lo bocazas que eres, apuesto a que no aguantarías mucho sin soltarlo por ahí y cavarte tu propia tumba".

Se echó a reir. No se esperaba aquello de mí, le estaba rompiendo todos los esquemas y eso le gustaba, le atraía irremediablemente al precipicio. A mi me gustaba aún más.

Lo que realmente me movía a mantener aquello entre los dos era el miedo. Tenía que seguir siendo una buena chica, no estaba nada bien hacer eso, comportarme de aquella forma.

Con el tiempo me he dado cuenta que el ocultarlo ante los demás fue una gran aventura: excusas para vernos a solas, miradas que nadie comprendia, ver a nuestros amigos de lejos y echar a correr en la dirección contraria... fue lo que hizo aquello apasionante y una experiencia inolvidable.


Pero, ¿volvería a actuar igual si se presentara de nuevo la oportunidad? No. Ya no volvería a ocultarme, a mentir por aparentar ser algo que no soy. Las mujeres tenemos que tener cierta imagen, unos principios bien claros y respetarlos.

Yo en cambio, he averiguado que es más divertido cuestionarte todo, romper algunos principios y construirme unos nuevos, y no querer aparentar lo que no soy. Volvería a vivir una aventura así si sólo me moviera la emoción, pero no por no estropear mi imagen de buena mujer.


Viví el momento; aprendí que cuando te apetece subir a un tren debes hacerlo. Aunque no sepas dónde te lleva, no debes amargarte el trayecto preguntándote dónde acabará. Acabará en algún lado, y si eres inteligente, sabrás seguir el camino buscando otra forma de continuar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Related Posts with Thumbnails
Las imágenes que ilustran los posts están seleccionadas de internet. Deja un comentario si alguna te pertenece y tienes algún inconveniente en que sea usada para ilustrar el blog. Gracias