jueves, 18 de febrero de 2010

Cuando una puerta se cierra, otra se abre.

Abro el grifo y enciendo la radio. Mientras sale el agua caliente, me gusta mirarme en el espejo.
Enciendo el calentador para comenzar a quitarme la ropa. No soporto el impacto del frío sobre mi piel, el cambio brusco de temperatura.
Cambia el sonido del agua. Ya está caliente.
Abro la ducha e introduzco una pierna y luego el resto del cuerpo. Me sitúo bajo la ducha y me quedo un minuto en blanco, dejando el agua resbalar por mi piel y darme calor.
Me envuelvo en el arbornoz y comienzo mi rito.
Tardo en maquillarme bastante. Me gusta cuidar cada detalle. Aplico la crema hidratante, el corrector y la base. Me acerco a la ventana con un espejo de mano, para comprobar bajo la luz natural que no quedan parches y está bien extendido. Me maquillo los ojos de forma que parezcan un poco más grandes y aplico mi barra de labios. La barra de labios color berenjena que he escogido le da un toque sofisticado a mi cara.

Me dirijo a la habitación para elegir la ropa. Para la ocasión he pensado que quedaría bien una falda de cintura alta con estampado de flores, junto con un jersey ancho de punto rosa palo. Unas medias negras y unos botines de tacón alto de ante morado.
Antes de salir del cuarto cojo el bolso y me aseguro de que esté todo dentro: llaves, móvil, cartera... Agarro un pañuelo y me dirijo al baño de nuevo para colocarlo en el pelo.
Por último me echo mi perfume favorito, y cierro la puerta del baño.

Salgo de casa y llamo al ascensor. Cuando voy bajando, suena el móvil. Un mensaje: "Oye, me ha surgido un imprevisto y hace mal tiempo. Al final cancelamos el café. Un beso".

Cuando llego abajo, vuelvo a pulsar el botón para subir a casa. ¿Qué hubiera pasado si no existieran los móviles?



En un minuto puede cambiar todo. Con un simple mensaje. Todo puede dar un giro inesperado.
Dos opciones son entonces posibles. Puedes quedarte en casa resignándote, enfadada y esperando la fecha para el próximo café, o puedes lanzarte a la calle para tomar tu café en otra compañía. Tomar una decisión u otra, puede cambiar completamente tu día.
Yo me lanzo a la calle. Sin esperarlo, fue una de las mejores tardes que he pasado y mejor incluso que la que había planeado al principio.

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