
El tiempo ha pasado. No es ningún nuevo descubrimiento. El tiempo siempre pasa.
Ya hace un año que ando por la blogosfera dando vueltas, descubriendo nuevos sitios dónde pararme a leer un rato y dejando algunas cavilaciones sueltas por aquí y otros lugares.
Hace un año que me planteé si eso que me había propuesto, olvidarlo, lo estaba haciendo realmente con todas mis fuerzas. No borrar todo, no hacer como si nada hubiera sucedido. Sino seguir adelante sin cuestionarme nada más, dandome nuevas oportunidades para ser feliz y volver a ilusionarme.
Mi vida no ha dado grandes giros radicales, pero si uno que merece la pena ser mencionado. Esa fecha precisa que me martilleaba la cabeza el año pasado, ese mismo día de cada mes, ya no evoca nada en mí. Hoy miré el calendario y me dije, han pasado algunos días de esa fecha y ni siquiera la recordé. Esa fecha que creía que siempre recordaría, ha pasado sin pena ni gloria este año; y por lo tanto, lo hará en los sucesivos meses y años que vengan.
Aún estando entre cuatro paredes, libros, folios, bolígrafos, agobios y aburrimiento; no fue precisamente eso lo que recordé el día 21.
No creo que un clavo saque otro clavo. Nunca aposté por esa opción. Pero lo que está claro, es que cuando estamos preparados para que suceda algo, es ahí cuando pasará. Tuve tiempo para mí sola, para conocerme y olvidar poco a poco.
Mi regla del olvido, es decir, que se necesita la mitad de tiempo que has estado con una persona para olvidar a la misma, se ha cumplido. Ya ha pasado todo. Vuelvo a tener ganas de ilusionarme. El miedo se ha ido. El rencor no está por ningún lado.
¿Realmente ha tenido que pasar este tiempo porque yo me lo había impuesto inconscientemente? ¿O ha sido casualidad que vuelva a ilusionarme poco después de que expirara mi fecha límite?
A mi cabeza le rondan nuevas ilusiones en este nuevo año.
Ya hace un año que ando por la blogosfera dando vueltas, descubriendo nuevos sitios dónde pararme a leer un rato y dejando algunas cavilaciones sueltas por aquí y otros lugares.
Hace un año que me planteé si eso que me había propuesto, olvidarlo, lo estaba haciendo realmente con todas mis fuerzas. No borrar todo, no hacer como si nada hubiera sucedido. Sino seguir adelante sin cuestionarme nada más, dandome nuevas oportunidades para ser feliz y volver a ilusionarme.
Mi vida no ha dado grandes giros radicales, pero si uno que merece la pena ser mencionado. Esa fecha precisa que me martilleaba la cabeza el año pasado, ese mismo día de cada mes, ya no evoca nada en mí. Hoy miré el calendario y me dije, han pasado algunos días de esa fecha y ni siquiera la recordé. Esa fecha que creía que siempre recordaría, ha pasado sin pena ni gloria este año; y por lo tanto, lo hará en los sucesivos meses y años que vengan.
Aún estando entre cuatro paredes, libros, folios, bolígrafos, agobios y aburrimiento; no fue precisamente eso lo que recordé el día 21.
No creo que un clavo saque otro clavo. Nunca aposté por esa opción. Pero lo que está claro, es que cuando estamos preparados para que suceda algo, es ahí cuando pasará. Tuve tiempo para mí sola, para conocerme y olvidar poco a poco.
Mi regla del olvido, es decir, que se necesita la mitad de tiempo que has estado con una persona para olvidar a la misma, se ha cumplido. Ya ha pasado todo. Vuelvo a tener ganas de ilusionarme. El miedo se ha ido. El rencor no está por ningún lado.
¿Realmente ha tenido que pasar este tiempo porque yo me lo había impuesto inconscientemente? ¿O ha sido casualidad que vuelva a ilusionarme poco después de que expirara mi fecha límite?
A mi cabeza le rondan nuevas ilusiones en este nuevo año.
